La antigua Plaza de Toros de Badajoz, en la Ronda del Pilar junto al Baluarte de San Roque, fue inaugurada en 1859, demoliéndose en el año 2000 para construir en su misma ubicación el Palacio de Congresos de Badajoz.
Este viejo coso celebró su primera corrida de toros el 14 de Agosto de 1859, en la que se lidiaron toros de don Manuel Suárez para José Carmona y José Ponce, y fue levantada sobre las cenizas del anterior coso de madera construido en 1817 y destruido por un incendio en 1855, siendo el arquitecto don Fernando Domínguez.
En 1890 se realizaron unas reformas para ampliar el aforo hasta 8.500 localidades.
No olvidemos además de las corridas de toros otros espectáculos que se realizaban allí, como actuaciónes musicales en las cuales se pudieron ver a las figuras más importantes del candelero musical de aquellos años, sin olvidar por supuesto el cine de verano que se realizaba en ella.
Si nos paramos a pensar, este Palacio de Congresos se podía haber hecho en otro lugar, ya que la plaza de toros debió restaurarse parcialmente, dedicando espacios a la historia y la memoria y dejando el resto para fines culturales, incluso un espacio al aire libre, como en un principio planteaba el proyecto que elaboró el arquitecto Luis Pla.
Ahí podía haber ido el gran archivo nacional sobre el golpe militar, la represión y la guerra civil, cuya creación fue una de las reivindicaciones del movimiento pro memoria y que la investigación histórica tanto hubiese agradecido.
Una base de datos hubiera facilitado la búsqueda de personas dándose posibilidad a los visitantes de aportar información así como documentos, memorias y objetos de todo tipo. La educación y el respeto a los derechos humanos estarían en la base de todo el proyecto y al servicio de la memoria democrática.
Desde luego hubiera costado mucho menos tiempo y por supuesto dinero. El monumento resultante no tendría menos uso que el actual y se habría respetado el patrimonio y la historia de la ciudad.
Pero sobre todo, se habría hecho un homenaje perpetuo a todas las personas que allí perdieron la vida y se hubiera conservado un lugar de memoria relevante a nivel europeo.
Una vez construido el palacio, ante las críticas y por iniciativa del propio arquitecto del proyecto José Selgas, se intentó corregir el hecho de que no se aludiera en modo alguno a lo que allí hubo con una plaquita y con eso que hay fuera, obra de Blanca Muñoz, y cuyo significado verán todos los que estén allí a las dos de la tarde de los días 14 al 17 de agosto de cada año.
Podría haber sido construido en cualquier otro lugar de la ciudad pero alguien decidió que debía estar precisamente ahí. El presupuesto oficial fue de mil quinientos millones de pesetas, generosamente proporcionados por los fondos europeos, pero en realidad debió costar, (de hecho costó) bastante más.
Esta es mi humilde opinión sobre este despropósito de quienes deben de cuidar nuestros sentimientos y nuestros recuerdos.
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