lunes, 15 de octubre de 2018

ANTIGUO ASILO DE ANCIANOS DE PARDALERAS


En sus orígenes, el asilo fue fundado en 1880 en la calle Trinidad, pero sufrió importantes destrozos durante la toma de la ciudad por las tropas nacionales, recibiendo veinte bombas, por lo que se vio en la necesidad de construir un nuevo edificio. Tal como consta en la "Guía de arquitectura de Badajoz" de José Manuel González González, varios suscriptores particulares y públicos, entre los que se encontraban Enrique Crespo y la Caja de Ahorros de Badajoz, hicieron posible que el nuevo asilo se asentara en Pardaleras, en un ensanche todavía incipiente. La construcción comenzó en 1939, el importe previsto rondaba las 400.000 pesetas y tenía previsto acoger a 200 ancianos. 
Las obras sin embargo avanzaron muy lentamente, introduciendo muchas modificaciones, por lo que desde 1943 se recurrió a Regiones Devastadas para dar el impulso definitivo. 
La intervención de este organismo gubernamental supone la supervisión en julio de 1945 del proyecto por parte del arquitecto de la oficina provincial, con sede en Castuera, M. Navarro, el proyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros el 14 de diciembre de 1945, y las numerosas donaciones particulares hicieron posible que el Obispo bendijera la capilla con la que se daban por concluidas las obras a finales de 1948, entonces la capacidad del asilo era de más de 350 ancianos, algunos de los cuales llevaban residiendo allí desde tres años antes. 
La capilla se utilizó como parroquia de la Barriada de Pardaleras durante un tiempo y en 1956 se inauguraron dos nuevos pabellones que ampliaron su capacidad, disminuyendo el espacio de huertas que el solar tenía en su parte posterior, comenzando a denominarse desde 1970 como residencia Virgen de la Soledad. 



Con la construcción a mediados de los setenta de la nueva residencia de La Granadilla, obra del arquitecto Luis Martínez Lebrato, y el traslado posterior de los ancianos, el antiguo asilo cayó en desuso, siendo derribado en los años noventa, el edificio tenía un estilo con toques historicistas y regionalistas. 


Como dato el 13 de mayo de 1955 el diario HOY daba cuenta de los 65 años de vida de la Casa Asilo de los Ancianos Desamparados, y describía esta institución como una de las más logradas de Badajoz.


Fuente : Angela Murillo. 

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sábado, 13 de octubre de 2018

ANTIGUA IGLESIA DE SAN FERNANDO


La antigua iglesia de San Fernando va unida a la historia del barrio que, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, comienza a formarse en torno a la estación de trenes, creada en aquellos años con la llegada del ferrocarril a la ciudad.
Fernando Ramírez Vázquez, obispo de la Diócesis entre 1866 y 1891, deseoso de honrar al santo de su nombre, legaba en su testamento una buena cantidad de dinero para construir un templo en honor a San Fernando y Santa Isabel, nombre de sus padres, naturales, como él, de Salvatierra de los Barros. 


Aunque este prelado pacense murió sin ver terminado su sueño, no pudiendo hacerlo tampoco su sucesor, D. Francisco Sáenz de Urturi, que es trasladado a Santiago de Cuba, la iglesia se complementa y se inaugura durante el obispado de D. Ramón Torrijos Gómez (1894-1903), teniendo ya los ferroviarios de Badajoz un templo donde poder orar y celebrar sus funciones. 
En esta época, seguramente durante su visita a la ciudad en 1905, el rey Alfonso XIII regala un cáliz de plata a la nueva iglesia, que en un primer momento se encontraba unida y servida por el capellán de la Ermita de Bótoa, para convertirse posteriormente en parroquia dotada de culto y clero.


Al principio empezó a funcionar como capilla, no como parroquia  atendida por un coadjutor de la parroquia del Sagrario, esto explica que los bautizos que se hicieron en esa época en la barriada estén registrado en esa parroquia del centro de la ciudad.
En 1899 se crea la parroquia con D. Rafael Ramos como primer párroco.


Después de 75 años el templo empezó a amenazar ruina, se hundió el coro y eso obligó a construir uno nuevo, inaugurado el 1 de Junio de 1974 en la calle Canarias, de la Barriada de San Fernando


En el solar de la antigua parroquia se levanta hoy día un bloque de viviendas en la calle González Serrano.

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Fotografías de su interior publicadas por 
la Cofradía de la Estación 







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viernes, 5 de octubre de 2018

ANTIGUO HOSPITAL MILITAR


El antiguo Hospital Militar fue construido a mediados del siglo XIX, sobre lo que fuera el Hospital del Rey, la Torre de Santa María (asentada a su vez sobre la mezquita del Palacio de Ibn Marwan), y otras construcciones posteriores. Hasta 1991 mantuvo funciones militares, quedando en desuso posteriormente.
El edificio tiene forma de cuadrado, con un gran patio central, y posee además dos prolongaciones hacia el lado suroeste, su estilo es muy austero y sobrio, todas las salas y galerías cuentan con bóvedas. 
Cuenta con una capilla en el patio trasero, y una torre de evacuación de aguas residuales (en la parte de la muralla de los Jardines de La Galera) que conecta con la acometida madre vieja que sale en dirección a la ladera de La Alcazaba.
Hasta 1991 ha mantenido alguna función, siendo la última pertenencia del ejército en aquel recinto, que tan marcada significación militar tuvo a lo largo de la historia. 
Esta vasta fábrica, que se conserva en buen estado, es por otra parte, uno de los pocos edificios militares que han pervivido en Badajoz, ciudad esencialmente militar, donde el derribo sistemático practicado en el siglo XX, ha tenido como consecuencia la pérdida de su identidad histórica. 
No se trataba realmente de un hospital, ni siquiera una fábrica homogénea, sino una amalgama de construcciones sucesivas, que se habían ido adicionando en el tiempo, desde la reconquista de la ciudad, anteriormente fue Almacén Real, residencia de los obispos de Badajoz y, finalmente, tras un incendio, se aprovecharía como hospital militar.
Pese a su sobriedad funcional, constituye además una noble construcción dentro del género de la arquitectura militar.
Fue rehabilitado como Biblioteca de Extremadura y Facultad de Biblioteconomía y Documentación.
Desde entonces, el viejo Hospital Militar y los antiguos vestigios musulmanes y cristianos son una hermosa “atalaya”, inteligentemente transformada y recuperada para los nobles usos de albergar y conservar libros y facilitar el acceso a la cultura a todos los ciudadanos. 
En definitiva, se trata de una sede dotada para guardar el cada vez más amplio patrimonio bibliográfico de nuestra región, pensada desde el respeto por el pasado y el compromiso con el presente y el futuro, un escenario donde continente y contenido se abrazan, donde la belleza de los libros está en armonía con la belleza del lugar destinado a acogerlos.

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