El antiguo Hospital Militar fue construido a mediados del siglo XIX, sobre lo que fuera el Hospital del Rey, la Torre de Santa María (asentada a su vez sobre la mezquita del Palacio de Ibn Marwan), y otras construcciones posteriores. Hasta 1991 mantuvo funciones militares, quedando en desuso posteriormente.
El edificio tiene forma de cuadrado, con un gran patio central, y posee además dos prolongaciones hacia el lado suroeste, su estilo es muy austero y sobrio, todas las salas y galerías cuentan con bóvedas.
Cuenta con una capilla en el patio trasero, y una torre de evacuación de aguas residuales (en la parte de la muralla de los Jardines de La Galera) que conecta con la acometida madre vieja que sale en dirección a la ladera de La Alcazaba.
Hasta 1991 ha mantenido alguna función, siendo la última pertenencia del ejército en aquel recinto, que tan marcada significación militar tuvo a lo largo de la historia.
Esta vasta fábrica, que se conserva en buen estado, es por otra parte, uno de los pocos edificios militares que han pervivido en Badajoz, ciudad esencialmente militar, donde el derribo sistemático practicado en el siglo XX, ha tenido como consecuencia la pérdida de su identidad histórica.
No se trataba realmente de un hospital, ni siquiera una fábrica homogénea, sino una amalgama de construcciones sucesivas, que se habían ido adicionando en el tiempo, desde la reconquista de la ciudad, anteriormente fue Almacén Real, residencia de los obispos de Badajoz y, finalmente, tras un incendio, se aprovecharía como hospital militar.
Pese a su sobriedad funcional, constituye además una noble construcción dentro del género de la arquitectura militar.
Fue rehabilitado como Biblioteca de Extremadura y Facultad de Biblioteconomía y Documentación.
Desde entonces, el viejo Hospital Militar y los antiguos vestigios musulmanes y cristianos son una hermosa “atalaya”, inteligentemente transformada y recuperada para los nobles usos de albergar y conservar libros y facilitar el acceso a la cultura a todos los ciudadanos.
En definitiva, se trata de una sede dotada para guardar el cada vez más amplio patrimonio bibliográfico de nuestra región, pensada desde el respeto por el pasado y el compromiso con el presente y el futuro, un escenario donde continente y contenido se abrazan, donde la belleza de los libros está en armonía con la belleza del lugar destinado a acogerlos.
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