La antigua iglesia de San Fernando va unida a la historia del barrio que, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, comienza a formarse en torno a la estación de trenes, creada en aquellos años con la llegada del ferrocarril a la ciudad.
Fernando Ramírez Vázquez, obispo de la Diócesis entre 1866 y 1891, deseoso de honrar al santo de su nombre, legaba en su testamento una buena cantidad de dinero para construir un templo en honor a San Fernando y Santa Isabel, nombre de sus padres, naturales, como él, de Salvatierra de los Barros.
Aunque este prelado pacense murió sin ver terminado su sueño, no pudiendo hacerlo tampoco su sucesor, D. Francisco Sáenz de Urturi, que es trasladado a Santiago de Cuba, la iglesia se complementa y se inaugura durante el obispado de D. Ramón Torrijos Gómez (1894-1903), teniendo ya los ferroviarios de Badajoz un templo donde poder orar y celebrar sus funciones.
En esta época, seguramente durante su visita a la ciudad en 1905, el rey Alfonso XIII regala un cáliz de plata a la nueva iglesia, que en un primer momento se encontraba unida y servida por el capellán de la Ermita de Bótoa, para convertirse posteriormente en parroquia dotada de culto y clero.
Al principio empezó a funcionar como capilla, no como parroquia atendida por un coadjutor de la parroquia del Sagrario, esto explica que los bautizos que se hicieron en esa época en la barriada estén registrado en esa parroquia del centro de la ciudad.
En 1899 se crea la parroquia con D. Rafael Ramos como primer párroco.
En el solar de la antigua parroquia se levanta hoy día un bloque de viviendas en la calle González Serrano.
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