Esta calle que ostenta el nombre de San Sisenando, ese diácono y mártir nacido en el pueblo portugués de Beja, fue llamada anteriormente calle Pulgosa y también Calleja del Silencio, y durante la república se le puso Narciso Vázquez Lemus, para volver a ser San Sisenando en 1936. En su configuración histórica, hasta la radical transformación experimentada en su zona inicial, nacía en Zurbarán, frente a las traseras del Hospital Provincial San Sebastián, concluyendo en el cruce con Madre de Dios. Es angosta, llana y no recta por completo, sino formando una ligera curvatura hacia la izquierda. El cruce con Ramón Albarrán, Arco Agüero, Cristóbal Oudrid y Madre de Dios la dividen en cuatro tramos. Hoy día sigue arrancando de Zurbarán, pero no de las traseras del hospital, sino de la amplia plaza de San Atón que desde 1994 se le abre delante.
Referente fundamental de la calle, situado en su primer tramo, conocido por su dinámica actividad y relación con la ciudad, fue el Gimnasio, institución fundada en 1868 por el gimnasta francés M. Daniel que hasta 1936 resultó consustancial con el panorama deportivo y cultural de Badajoz. Anteriormente había estado instalado en la calle San Blas, luego en la plaza de toros, más tarde en la calle Muñoz Torrero y en el salón Royalti de la calle Chapín, a finales del siglo XIX se trasladó a un local del primer tramo de San Sisenando, luego anejado al colegio Santo Angel. Más tarde fue dirigido por Luciano Sampérez y su hijo Armengol, que tuvo como ayudantes a Alvaro Romero Marcos, al célebre Capitán Manuel Almansa, que fue entrenador del Club de fútbol Sporting, y al médico Narciso Vázquez Lemus. Pilar Sampérez, hija y hermana de los directores, la popular matrona, colaboró con el gimnasio como trapecista y monitora.
En sendos corralones en la esquina con Zurbarán se situaron dos de los cuatro últimos lagares de Badajoz, activos hasta mediados del siglo XX. Los de Casimiro Lopo, en los números 1 y 3, al que seguía el Gimnasio en el 5 y 7, y enfrente, en el número 2, el de José María Albarrán.
Entre los escasos locales comerciales históricos documentados en la calle cabe citar la lonja de Manuel Martín, la pescadería de Práxedes Blanco y la taberna de Ramón Oller.
Más tarde fueron apareciendo algunos lugares, comercios y talleres que fueron asentándose en ella ya deparecidos como: Esos lagares donde estaban muchos talleres de diferentes oficios, como la herrería de Pinto, el taller de torno de Vicente Hidalgo, también ahí en el primer piso se empezaron a impartir las clases del Colegio Jesús Obrero, la academia de idiomas de Madamen Brun, las oficinas de Construcciones Caro, un garaje público de los Hermanos Caro, los electrodomésticos Hostelsa, el taller de las motos Bultaco y Ducati de Manolo Bermejo, el taller de Niquelados Placoni, el bar Inerzia, una tapicería, una ferretería, el taller de amortiguadores de Pablo Lucas, la taberna de Galo, la carbonería de Federico Cordero, la churrería de Lancharro, la tienda de Pepe, una casa que vendían chuches, un ultramarinos donde también vendían aceite a granel o petróleo de Vicente Ramos, y otros....
Mi agradecimiento a Alonso Cerro Álvarez, Juan José Benítez Becerra y Oscar Cora Bimdio por algunas de las fotografías aquí expuestas. Así como esas personas que con sus comentarios de las fotografías, han hecho posible poder incluir aquí el nombre de los negocios que existieron. Gracias a todos.
Imágenes de los lagares con los
alumnos del Colegio Jesús Obrero
Otras imágenes de lugares de la calle
Pues había algunas cosas más, por ejemplo construcciones caro,un garaje público de los hermanos caro, una tienda de electrodomésticos hostelsa
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